miércoles, 16 de diciembre de 2009

…ombia!


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Bueno, aqui les completamos nuestras aventuras viajeras en uno de los paises mas bellos de Sudamerica!
(las anormalidades que encuentren en el tipeo del siguiente texto, tiene una razon locaella: fue realizado en dos teclados nohabloespaniol; uno hungaro y otro belga con carencias de eñes y acentos)
Como les iba contando, los días en Cali estuvieron muy buenos. Alternando paseos al aire libre con cerveza, visitas a museos –tambien con cerveza- y salidas a los rumbeaderos a bailar salsa, con más cerveza por supuesto. Una de las cosas a destacar es que en Cali aprendimos las diferencias entre Salsa, Merengue, Ballenato, Bachata y Putamierrdata; (véase explicación mas abajo) cada uno con sus respectivos pasos, unos mas complicados que otros, pero que pudimos reproducir con una destreza más que digna.
Lo de la Putamierrdata merece esta explicación: resulta que una de nuestras últimas noches en Cali salimos con Wilson, Carlos y su esposa, a un lugar que le llaman quilómetro 18 y algo (disculpen, pero mi memoria a largo plazo hoy no está en sus mejores días) justamente porque dicho lugar queda en ese quilómetro de la ruta. Lo que tiene de “especial”, o bizarro diría yo (y patetiquillo agregara Rulo), es que ahí en el medio de la ruta, los fines de semana la gente se parquea con sus autos a bailar, socializar, posar, chupar, fumar y cuantas cosas más se les ocurra. Es un espectáculo muy pintoresco ver todo tipo de coches, y motos también, con sus baúles abiertos exhibiendo sus mejores equipos de sonido, sus cajones de birra y sus mujeres medio en bolas a pesar del fresco. Ah!, porque como este lugar queda en la cima de un cerro, uno puede disfrutar de un vientito increíble y de un fresquito que obliga a ponerse un abrigo y un chocolate con torta. Por supuesto que para los caleños en este lugar hace un frío terrible.
Lo feo de todo este espectáculo es que los camioneros, en pleno trabajo, tienen que andar por la ruta esquivando loquitos que hacen willy con la moto, otros que se ponen a mezclar música mientras la gente baila al son del tunchi-tunchi, otros meta perreo friega que te friega… Y así uno se va cruzando con todo tipo de género musical que imagine. Yo ya venía medio escandalizada con lo que veía, compartiendo con Rulo mis opiniones al respecto, cuando los dos pensamos: Por Dios, qué viejos estamos!!!
Bueno, me estoy desviando mucho de lo que en realidad les tenía que contar: de repente nos paramos a observar a un grupito de gente que estaba bailando Bachata, o por lo menos eso creíamos Rulo y yo, cuando de repente Wilson dice: Uhh, Dios Santo!. Nosotros pensamos: “Tan bien bailaran estos manes???”. A lo que él responde: esto no es Bachata, esto es PUTAMIERRRRDATA! Fue uno de las inolvidables momentos del humor reo y barriero de Wilson…
Las callecitas de Cali tienen ese que se yo, viste?. Uno puede escuchar en donde sea Salsa (y eso es textual). De cualquier casa o local uno siente salir esa musiquita que hace que el cuerpo se mueva solo, aún en contra de su voluntad. Ninguna ciudad de las recorridas hasta el momento nos brindó esa alegría que Cali tiene. Y hasta tuvimos la suerte de poder estar en la inauguración del Campeonato Mundial de Salsa, para coronar esta experiencia musical tan gratificante. Que fue más gratificante aún porque Carlos se encargó de hablarnos, explicarnos y hacernos escuchar de la mejor salsa caleña. Y Wilson se encargó de llevarnos a los mejores rumbeaderos de la ciudad pa tomar unas birras cada noche, mientras movíamos nuestras caderas y transpirábamos un poquito para poder seguir tomando más cerveza. A estas salidas siempre se sumaba Luisa, con sus anécdotas y buena onda.
Por desgracia Luis, nuestro host, casi nunca nos podía acompañar en las salidas. El tipo trabajaba 25 horas al día! Pero cada vez que podía se hacía un tiempito pa charlar con nosotros y estar ahí en su casa compartiendo.
Y así fue como transcurrieron nuestros días en Cali, visitando algunos parques interesantes, intentando entrar a una Hermita que jamás estaba abierta, aprovechando el aire acondicionado de los chopins y galerías… en fin, nada del otro mundo. Lo que la ciudad no nos dio en atractivo se encargaron nuestros nuevos amigos de compensarlo.
El día de nuestra partida, Carlos se encargó de llevarnos hasta un lugar accesible donde fácilmente pudiéramos hacer dedo. Cosa que por primera y única vez, y a medias, conseguimos con éxito en Colombia. Hacía como una hora que estábamos en la gasolinera intentando cuando vemos, a unos 100 metros un bus de Turismo estacionado. Rulo se acerca pa preguntarles a donde iban y si tenían lugar y ganas de llevarnos a los dos. El bus iba a Buga, a unos 40 km de Cali con unos vejetes que me hicieron acordar mucho a los compañeros de coro de mi abuela Nelly, con los que suele irse de “gira”. La distancia no era mucha pero peor es nada, así que ni lo dudamos y viajamos con ellos. Al llegar a Buga, nos despedimos muy amablemente y rajamos para el terminal (ah si, en buena parte de Latinoamerica son LOS terminales, y no las); alli tomamos un bus hacia Manizales, para que no se nos hiciera muy tarde ni llegar de noche.
Como hacemos cada vez que sacamos boleto, preguntamos en todas las ventanillas los precios para poder regatear y pagar lo menos posible. Cuestión que una sola empresa viajaba hasta Manizales, por lo que si o si teníamos que comprar el pasaje ahí. Rulo empieza a pedir mejor precio y después de muucho negociar, ir y volver varias veces y hacerse el cliente dificil, logra un considerable descuento. Supongamos que el pasaje inicial valía 11 pesos y terminaron dejándoselo a 8. Felices por nuestra batalla ganada, vamos a esperar el bus y, mientras instintivamente y para matar el tiempo, observamos el boleto de viaje. Y vemos que, en el reverso y con letra chica dice: “Valor del pasaje 8. No pague mas que dicho valor”. DESGRACIADOS!!!!! A cuanta gente, o turistas mejor dicho, habrán cagado con esto!!! Lo peor de todo es que devastaron mi orgullo y honor guerrillero de viajero economico! (agregado resentido de Rulo).
En Manizales nos recibió Claudia, una amiga del Hóven Maicol que él nos recomendó. Ella es psicóloga y vive con Guido, su gatote y es lo máximoooooo. Aunque no es miembro de Couchsurfing ni de viajeros ni nada, no dudó en recibirnos en su casa, tratarnos de manera excelente y confesarnos sus más disparatadas aventuras de la niñez. Clau es un cuentazo! Una belleza de persona, una joven ninia tierna y risuenia, una persona luminosa y reflexiva, y una mujer con un trabajo que a cualquiera sensibilizaria y tocaria hasta en lo mas profundo: es psicoterapeuta de ninios que han sido secuestrado por las guerrillas y trabajaron por anios como soldados. Ninios de 9 a 14 anios… guau.
Aprovechamos un día en que no tenía consultorio, para darnos un paseo por la ciudad y conocer muchas cosas bonitas. Cosas que ella misma iba descubriendo en el paseo porque hacía mucho que no se dedicaba a recorrer las calles de esta ciudad. Voy a tratar de ser lo mas objetiva posible al describir nuestra estadía en Manizales aunque me resulte difícil, porque hasta el momento es mi ciudad favorita de todo el viaje. El arte explota en cualquier rincón de la ciudad: esculturas en plena calle en lugares donde uno ni se imaginaría, un tanque de agua museo, bares con muestras fotográficas, música en vivo y hasta un restaurante ítalo-argentino (más ítalo que argento) muy muy bueno. Un clima fresco, pero con días de sol.
El día que el Locoél cumplía años, Natalia, una tocaya que era amiga y colega de Clau, nos invitó a su casa en Pereira, ciudad que junto con Manizales y Armenia conforma el Eje Cafetero. Comentario al paso: por supuesto, para ser fieles a nuestros principios, nunca vimos una plantación de café por esta zona colombiana tan famosa en el mundo...
Cuestión que a Pereira llegamos, nos fue a buscar Nati e hicimos un recorrido turístico por la ciudad. En la casa nos esperaba uno de los descubrimientos más maravillosos de la gastronomía colombiana: el ajiaco. Es una sopa hecha con tres tipos de papa diferente, a la que se le agrega pollo deshilachado, trozos de maíz dulce amarillo y un inolvidable y principal ingrediente: la GUASCA. No piensen mal!!! La guasca es una planta herbácea de la familia de las compuestas que se utiliza como condimento. El sabor es particular, medio amarguito pero bien rico. Esta es la base de la sopa a la que se le agrega crema de leche, alcaparras y se acompaña con banana y arroz blanco. De postre no me acuerdo que comimos (otra vez la memoria…) pero estoy segura que era un dulcecito típico también. Al rato de haber llegado los padres de Nati a la casa, nos invitaron a ir a una quinta de unos tíos o familiares donde hacían un asado que prometía estar bueno. Como comimos ese día!!!!
Eran como las cuatro de la tarde y ya nos estaban ofreciendo carne, chorizo, empanadas y, como no podía faltar, cerveza. Mientras esperábamos la digestión del ajiaco, y para no pasar tanta vergüenza, charlábamos con los muchos invitados que había en la casa, contábamos nuestra experiencia e hicimos un pequeño show musical estrenando guitarra nueva. Ah! Porque como regalo de cumpleaños olvidé mencionar que “la criatura” vio una guitarra que estaba a buen precio y se apoderó de ella. La noche fue cayendo y entre comida, chupi y recital, tuvimos que volver a Manizales ya tarde, por la noche. Por suerte, o por desgracia, lo hicimos en el auto de Nati mas rápido que si tomáramos bus. El problemita es que Nati, es muy parecida a Laura Paussini (posta) y se emociona tanto que cuando canta sus canciones lo hace con los ojos entornados, casi cerrados. Y en el camino ¿adivinen qué veníamos escuchando?
Nos despedimos de Clau, no sin antes sentirlo mucho porque íbamos a extrañarla un montón, y ella a nosotros también. Por suerte nos llevamos de ella, entre muchas cosas, inolvidables recuerdos de su infancia, entre los que se cuentan especialmente las “cirugias” que practicaba a flores del jardin, en su propio quirofano casero en casa de su abuelita. Ah claro, como siempre las plantas morian “accidentalmente” en el quirofanito, despues le tocaba embalsamarlas con cremas y papel higienico, y almacenarlas en sus respectivos ataudes en un mueble de la abuela… Las caras de Clau al contar este y otros disparates, es uno de los mas lindos y compartidos recuerdos del viaje.
Pero teniamos que seguir pues; Bogotá nos esperaba.
Tomamos un bus directo hacia allá, porque eran como 10 horas de viaje y ya nos habíamos dado por vencidos en la lucha de hacer dedo. Llegamos a la capital Colombiana ya medio de nochecita y con todas las instrucciones de cómo hacer para llegar a la casa de John Jairo y Lucero. Incluso el costo del taxi, para que no quisieran cobrarnos de más. John Jairo, hermano mayor del ya celebre Hóven Maicol, estaba de viaje por Medellín así que nos recibió Lucero, su esposa. MUUYY buena onda y conversadora la chica, nos hizo sentir como en nuestra casa, cenamos y se acostó a dormir porque tempranito se levantaba a estudiar y después se iba a trabajar.
Bogotá es una ciudad bastante linda, aunque bulliciosa y sucia como suelen ser las capitales. Lo mejor de todo fue que nos reencontramos con Fede y Vane, los uruguayos, después de casi un mes sin vernos, justo el día del cumpleaños de Vane. Los llamamos tempranito para felicitarla y quedamos en encontrarnos esa tarde en el parque de la facultad nacional, donde iba a haber una obra de teatro interesante. Que lindo fue volver a vernos!!! Al principio sentí un poco frío el reencuentro, pero después volvimos a ser los mismos tarambanas de los viejos tiempos!
Gracias a ellos conocimos a Lucho, el chico que los hospedaba, embajador de Colombia en CouchSurfing. Y junto a ellos participamos de una de las actividades sociales que los miembros bogotanos de esta comunidad realizan todos los miércoles: reparten agua panela y pan por la noche entre la gente pobre. Fue una experiencia muy buena!!! Pasados un par de dias y llegada la hora de partida de los uruguayos, la despedida de Vane y Fede fue bastante fea, como muchas otras despedidas; nos encariniamos un monton con los enanos. Lo que queda es la promesa de volvernos a encontrar en Montevideo algun dia.
Unos días antes de irnos, John Jairo regresó de su viaje pero solo por unas horas, ya que tenía que volver a viajar, esta vez a Manizales, por trabajo. Aprovechamos al máximo el tiempo con él, salimos a cenar los cuatro, nos llevaron a la Zona Rosa (bares y pubs) y almorzamos una rica comida mexicana que preparé con mis propias manos (modestia aparte) antes de su partida. De ahí arrancamos para Medellin, con la ruta un poco atravesada (muy tipico de nosotros) donde nos estaba esperando Andres, embajador de CouchSurfing en la ciudad.
Llegamos bastante tarde por la noche asi que, comimos algo, cumplimos con las formalidades y a dormir como bebés hasta el dia siguiente. Por la manana, mapa en mano e indicaciones dadas, salimos a recorrer el centro. No teniamos muchos dias destinados a Medellin, por lo que habia que aprovechar al maximo nuestra estadia. Asi fue como llegamos a la zona céntrica, atestada de gente vendiendo absolutamente de todo, y caminamos derechito al parque de Fernando Botero. Esculturas increibles, a mi criterio mucho mejores que sus pinturas. Después de ahí nos metimos en el Museo Nacional de Arte, caminamos otro poco y terminamos en el Parque de los Pies Descalzos. No se ustedes pero yo, ni bien escuche ese nombre me dije: Pucha! Shakira hasta tiene un parque propio en Colombia! Por supuesto muy lejos de lo que mis pensamientos habian imaginado, el Parque Pies Descalzos resulto ser un jardin zen donde uno puede ir intercalando las patas en fuentes de agua, arenita, piedritas, para “relajarte” del stress diario. Andres muy buena onda, aunque no pudimos compartir demasiado con él, porque fueron pocos los dias que estuvimos en Medellin.
Al día siguiente seguimos viaje hacia la Costa Caribe, más precisamente a Santa Marta, donde nos estaba esperando Jairo, mientras ya pensábamos como corno íbamos a hacer para llegar hasta Panamá.
Santa Marta es una ciudad bonita, no con todo el brillo que tienen (o la gente suele darle) a Barranquilla o Cartagena, pero es muy interesante. Jairo es mas interesante todavía… nos fue a buscar hasta la parada y nos llevó a su casa donde tiene el tallercito de artesanías. Una bestia el tipo haciendo dragones y hadas con porcelana. Tiene su puesto en el Rodadero, una de las zonas turísticas más importantes de Santa Marta. Alli, por las noches la gente lleva sus sillas a la playa, y su cerveza por supuesto, mientras bailan al son de los muchos músicos que ofrecen sus servicios. Interesantísimo y divertido de ver. Se mezclan los sonidos de acordeones, reco-recos y guitarras de diferentes bandas que tocan simultaneamente, separadas por unos diez o quince metros.
Con Jairo descubrimos uno de los inventos más maravillosos y asquerosos de la gastronomía colombiana: la pizza de El Vómito. Un pedazo GIGANTE de la pizza que uno elija, coronada por una lluvia de papas fritas (esas finitas de paquete, bieeeeen aceitosas) y por encima mayonesa y salsa rosada (la salsa golf argentina). Ni que decirles que no pude terminarla y me la llevé para desayunarla fría a la mañana siguiente.
Algunos días acompañábamos a Jairo a su trabajo, una tarde fuimos a una playa cercana llena de turistas que van ahí a buscar “fiesta, descontrol y polvos mágicos”. Los días con él estuvieron bien divertidos, hablamos de muchísimas cosas, compartimos chistes malísimos a los que Jairo denomina “huesitos” (y que por supuesto no conté yo sino ellos). Ademas de muchisimos huesitos, Jairo me legó (apunta ahora Rulo) el chiste mas guarango de la historia del universo. Es una lastima que no pueda compartirlo, porque va con mimica, pero merece que algun dia se los mande por iutub. Mientras se sucedian los medianos y grandes huesitos por millares, íbamos obteniendo datos de cómo haríamos el cruce desde Cartagena hasta Panamá, por mar.
Unos días después de haber llegado, y con prisa porque teníamos que llegar hasta Cartagena para poder hacer unos papeles del barco, nos despedimos de Jairo tempranito a la maniana. Para cruzar el Caribe hacia Panama, finalmente enganchamos un velerista brasilero del que nos habían pasado el dato dos chicas de Mar del Plata, quienes casualmente se habían quedado en casa de Jairo antes que nosotros. Qué pequeño es el mundo, no?; Así que por la prisa pasamos a todo motor Barranquilla, ¡sin detenernos a conocer siquiera la casa donde nació la loba Shakira! hasta llegar a Cartagena.
Habíamos quedado en encontrarnos con Diego, capitán del barco, en el Club Náutico. Hasta alli estábamos llegando cuando nos cruzamos con él. Por supuesto que ninguno había visto ni siquiera una foto del otro para poder reconocerlo, pero en el instante en que nos cruzamos, ambas partes sabíamos que el otro era quien estábamos buscando. El tipo súper buena onda, nos explicó que estaba por ir a ver el tema del permiso de zarpe, por lo que necesitaba que le diéramos nuestros pasaportes. El siguió su camino mientras nosotros seguimos hasta el barco para poder dejar nuestras cosas. Todavía no sabíamos cuando íbamos a salir, pues dependiamos de nuestros papeles y los del barco, pero podíamos pasar la noche en el camarote sin problemas. En el barco salió a recibirnos Bojiana, una serbia que vivía en Suiza, y (hasta entonces, según sabemos) era novia de Diego y lo estaba acompañando en ese viaje.
Ahí supimos que la tripulación se completaría con las chicas marplatenses, un japonés y Luán, el hijo de 8 años del capitán.
Aprovechamos las horas que nos quedaban en Cartagena para recorrer un poquito de la tan famosa ciudad, porque quizá partíamos a la mañana siguiente. Qué decir de Cartagena!!! Había pasajes y lugares que parecían sacados de películas de piratas: fuertes, torres, cañones… que lo transportaban a uno a la época del Imperio Español. El fuerte del Rey Felipe aún conserva túneles secretos y pasadizos utilizados en esos tiempos. La arquitectura se mezcla con lo moderno y los muchos restó y galerías preparadas para recibir a los turistas más exigentes (mientras repasamos y corregimos juntos el texto, nos damos cuenta de cuan turistico y folletistico suena este pasaje, pero lo dejamos asi para que se rian; hohohohooo!). Fue un día, o unas horas en Cartagena hasta que oscureció; un tiempito muy bien aprovechado y copiosamente transpirado. A la mañana siguiente y con la tripulación completa ya estábamos listos para emprender nuestra aventura por el Mar Caribe. Para comprobar si era cierto lo que habíamos visto tantas veces por la tele y las revistas de destinos turísticos… (idem parentesis anterior, hohohooo!)


4 comentarios:

Carlos dijo...

lo lograron!!!!!!!!! la combinacion perfecta!! los recursos de Nati y la ironía de Rulo! lo mejor que lei en este viaje
lástima que aprendieron cuando ya estan en el final.
Quiero mas, mucho mas de esto!!!!!

maru dijo...

eyyy hay cosas q suenan a formosa!! jaja por ejemplo, lo de los autos en colombia osando con sus duaños, tambien posando!!! jaja me gusto mucho...quiero el chiste chancho por iutub! besosss los amooo

Natalia dijo...

uff quiero conocer a Caludia en Manizales, con su descripciòn es mas que seguro que es una persona que entrega el corazòn. Seguire sus historias en el 2010. Un abrazo

Nati (Cali)

Oscar dijo...

Hola, despues de muuuuucho tiempo, creo que ya deben de haber llegado a MX, los he vuelto a encontrar... hoy estan yendo a panama... Asi que los volvere a leer probablemente cuando esten acunando el bb... jajajaja...!
UN ABRAZO... no se olviden de ARGENTINA... (Argentina dije... no cristina...!!!)