domingo, 28 de junio de 2009

OTRO SUEÑO CUMPLIDO, Y CON INCREIBLES BONUS TRACKS!!!


Hola a todo el mundo! Soy feliz!! Sí, pero aun más feliz que todo lo que era hasta hace dos días!!! No sé como merdas contarles esto… en qué orden, con qué detalle, no sé.

Bien, contextualizo y voy contando sintéticamente. Ah, vale la aclaración de que es un suceso fuera de la línea de tiempo, ya abolida para siempre por este blogdenotas viajero nuestro.


Resulta que estamos en Lima hace unos cuatro días. Nohabíamos conseguido couch, por lo tanto nos quedamos dos noches en un hostel (muuuy cool) y otras dos en un hotel en el centro (meeenos cool pero maaás baraaato, que es lo que cuenta!). Ya nos preparábamos para la última noche en Lima, para luego tomar el caminito hacia Chimbote, más al norte sobre la costa. Peeeeeero… siempre pasa algo. Y ya saben que la suerte es nuestra incondicional, en lo que a sorpresas, regalos y alegrías se refiere.

Habíamos pasado el día en la casa de nuestro amigo Royer (róier!), junto a él y sus amigos y compañeros de trabajo: Abbi, de US, los peruanos Mariana y Chema, y Lana, de Croacia/US . Almorzamos como a las 5 PM y acto seguido arrancamos con una marea de pisco que incluyó tragos con frutas, shots, juegos de cartas, mucha mucha mucha risa y otras copadeces afines. Bien, salimos de la casa, dos litros después, para tomar unas chelas en algún bar…

Nati ya había tenido un episodio con fluidos gástricos a contramano (oseaquegomitó) y decidió quedarse a dormir en casa de Roy. Entonces salíamos a la conga él, Abbi, Lana y yo. Los demás, todos a casa por diferentes motivos. Bien, ya estamos más cerca de la felicidad…

Terminamos yendo al bar Tayta de Miraflores (bar chuchi, zona muy chuchitop) Roy, Lana y yo. Entramos, tomamos unas, comimos maíz y charlamos a los gritos para poder escucharnos, así como sabemos hacerlo los jóvenes pelotudos a la usanza de hoy. Al rato caen Arturo (amigo de Roy, limeño) y Oscar, colombiano de Bogotá. Divague va y viene de a ratos, empezó tranqui la cosa.


Arriba, en el otro piso del bar, un duo tocaba guitarra y cantaba. Fui a verlos por segunda vez frente al pequeño escenario y se escuchaba realmente bien, además de que los men eran bien divertidos y bastante jodones. Al rato caen al lado mío mis cuates, con Lana q ya se iba. Nos quedamos ahí escuchando canciones y Oscar (Cheveróscar, guitarrista) tira la onda para ver si podíamos tocar en el escenario. Obviamente yo me enganché al toque y me hice cargo de las relaciones públicas necesarias… Lo demás quizás ya lo imaginen…

Detalle y con presición: Oscar y yo debutamos sobre las tablas con nuestro improvisado duo Minutos. Guitarra y cajón peruano en manos, empezamos tocando La Flaca, de Jarabe de Palo. Yo con confianza, pero algo reservado, ya que si bien era uno de los sueños de mi vida (si, ERA un sueño! otro menos por cumplir, yeah!), era mi primera vez al mic, frente al público. Bueh, lo que viene después es puro placer, alegría, alegría y más desbordante exceso y lastre de alegría… Tocamos más de una hora (la flaca, me gusta ese tajo, la camisa negra, creep, i will survive, flaca, blues del equipaje, ángel de los perdedores, cerca de la revolución, patience, la guitarra, clandestino, hace calor, siguiendo la luna, al lado del camino, noches de boda y varias más que no recuerdo);nos aplaudieron, pidieron bises. El duo original, dueño de la noche –que volvería a tocar después de nosotros-, no volvió más que para tirarnos onda y acompañarnos… Ah, y Roy hizo ruidos con un cencerro y Arturo cantó con bastante menos vergüenza que yo!!

Tocamos ya hasta que el dueño dijo basta y cortó los cables, ja!!!! Fui y soy muy feliz… Yyyyyyyyyyyyy como si semejante exageración de placer y alegría fuera pequeña, luego de bajar del escenario el dueño nos preguntó si nos interesaba tocar de nuevo en el bar, pagados! Claro que sí pe huevón!!

Así que acá estamos… yo, con la locura del día después (día 1 DdEscenario en mi vida) y los demás viendo un DVD en la casa de Arturo, la que será nuestra casa por un par de días.

Bueno amigos, qué más podría decir… Puedo morirme mañana, feliz y con la tranquilidad de haber tenido una suerte ilimitadamente generosa conmigo.

Soy feliz, he dicho. Dementelibre para todos! Ahora, just push play!










miércoles, 24 de junio de 2009

No es mucho, peeeero...

Hola chabonada del cono sur! Vean que agregamos algo más al relato de Cuzco, más abajo.

Prometemos volver a escribir en algún momento! Besos y abrazos para todos!

martes, 16 de junio de 2009

Días 19 al 28. Cusco, primer gran parada del viaje!

Cusco amigos, fue y es una GIGANTE experiencia para nosotros.
Se imaginarán que la visita al Machu Picchu (deben pronunciar “Machu Pikchu”) tiene mucho que ver con ésto. Y en realidad es así. Pero tanto hemos pasado antes y después de la mística ciudad inka (sí, inka es con k), que Cusco fue mucho más que haber logrado ese primer gran objetivo-sueño del viaje…

Gran parte de esta maravillosa experincia cusqueña se dio gracias a Juan Carlos Olivo; Juanca, el Chato, nuestro host de CouchSurfing en San Sebastián, una ciudad pegada a Cusco, a veinte minutos del centro.
Después de pasar una noche en un hostel al que llegamos gracias a Enrique –ávido comisionista, vendedor callejero de servicios turísticos de la ciudad- nos pusimos en contacto con Juanca y llegamos a su casa el día lunes 8.

¡GUAU! Nos recibió con los brazos, las puertas, las canillas, los tuppers y el corazón wide open, ¡súper abiertos! Todo, Juanca nos lo ha ofrecido todo, con la mayor calidez, hospitalidad y gentileza que sintiéramos en todo este viaje. De igual manera se portaron su esposa Anne y su hermano Julián.
Cuando llegamos llevaban apenas una semana viviendo los tres en esta casa, un ex jardín de infantes con lugares bien coloridos y algunas miniaturas útiles para la vida infantil, que hemos sentido realmente como nuestro hogar. Como un home-sweet-home al que daban (y seguramente darán) muchas ganas de volver.

Juanca tiene 30 años y está casado casado, como dije, con Anne. Ambos trabajan en Peru 109, la fundación a través de la cual muchos niños del Peru reciben atención, afecto y posibilidades de aprendizaje. La fundación trabaja con voluntarios de los Estados Unidos (hemos charlado con unos cuantos) que colaboran con las tareas necesarias para la atención de los niños de los hogares a los que actualmente la fundación asiste en San Sebastián, Chimbote y Trujillo (estas últimas dos ciudades al norte de Lima). Acá, en San Sebastián, Julián se encarga de recibir y ayudar a los gringos voluntarios. Hasta hace muy poco tiempo vivió n Buenos Aires, por muchos años, y se volvió para trabajar junto a Juanca y Anne en Peru 109.

En lo que respecta a nuestros movimientos turísticos, el día previo a la llegada a la casa, conocimos el centro de Cusco, con su plaza principal y las dos iglesias a su alrededor.

También hay bares con balcones a la plaza central, hospedajes y todo tipo de comercios afanados por aprovecharse del turista: venta de tours, cambio de monedas, cybers, una tienda donde venden productos de consumo MUY yankees (a precios altísimos!) y otras historias.
Caminando algunas calles y pasillos peatonales laaaaaargos, se llega al “nuevo” centro de Cusco, menos histórico y más comercial. Hablando del paisaje, diremos que en el centro cívico histórico (plaza y alrededores) se conserva con el estilo colonial original, aunque con un aire de vejez a mi parecer. Por ejemplo, la ciudad de Arequipa conserva la arquitectura colonial pero es nueva, más moderna, más viva, más rebosante de cosas para ver y, obviamente, no me refiero sólo a la oferta comercial. Cusco, en cambio, si bien tiene quizás más movimiento de gente, tiene más aspecto de pueblo grande que de ciudad movida.
De cualquier manera, el gusto y disfrute variará según aprecien más el purismo arquitctónico histórico –concepto vanguardista que acabo de inventar para sonar un poco cool-tural-, o les cope una onda más city. Finalmente, lo más atractivo, las ruinas (o sea la arquitectura ya en desuso, vieja y desvencijada, ja) están en su mayoría fuera de la ciudad.

Lo que encontramos más interesante (a parte de la comida, claro) fueron unos cuantos museos que visitamos después de pagar el “boleto Cusco”, o algo así, un pase que te permite acceder a varios lugares de interés con un costo reducido. Después de bajar con el mate, Nati me los va a recordar uno por uno, pero trataré de hacer mi aporte espontáneo y quizás desordenado, pero así es la vida amigos (al menos la nuestra).
Lo primero que recuerdo, lo último en orden, creo, es un museo construido en el predio de unas ruinas inkas sobre la Avenida del Sol. Bueno, habían objetos inkas y preinkas, herramientas, tejidos, piedra tallada, ídolos y otros objetos de culto, cráneos que fueron objeto de cirugías, aparentemente exitosas en la época, entre otras cosas. También había -algo escondido y con una muy negligente falta de señalización, debo denunciar- un baño que visité con toda la alegría y sed de paz de mi alma y otra parte más, ya que ese día comenzaba a estar densamente enfermo, con mareos, dolor de cabeza y reiteradas urgencias tocándome a la puerta de atrás.
En fin, después del toillete-moment (suena a título de canción de Charly, compónganla los músicos!) recuerdo haber visto referencias al arte pictórico posterior a la llegada española, cuestiones relacionadas a las ofrendas a la Pacha Mama y... y eso nomás.

Ahora llega Nati con el mate imposiblemente dulce y me dice que el place se llama Museo Qoricacha. Y yo le dije se te ve la cucaracha (estoy muy boludo tan temprano a la mañana, sorry). Bueno, y dice que lo más importante es la terraza superior (digamos el techo del edificio) donde están los restos de lo que fuera el Templo del Sol en Cusco (en su momento llamado “Qosqo” por los Inkas), que los hijos de recontraputas de los españoles, sanguinarios de mierda, destruyeron para construir un convento. Sépanlo, quienes no lo saben, que los muy soretes evangelizadores, en el nombre de la Santa Cruz y seguramente de sus reyes católicos, destruían todos los lugares de culto de las civilizaciones nativas, y construían iglesias sobre sus ruinas. En Puno –lugar que nos falta describir y relatar aun- Lizandro nos hizo la siguiente referencia: frente a la plaza central, que en su tiempo fuera un lugar religioso de los nativos, se construyó una iglesia católica. Bueno, los españoles –que en esa oportunidad, no sé por qué, no destruyeron la plaza/templo- construyeron esta iglesia a mayor altura, para darle más importancia, ya desde lo urbano o paisajístico. El punto era reemplazar los símbolos de culto local (oh, sacrílegos) por símbolos cristianos (oh, los puros, nobles y pacíficos) para ir sustituyendo la adoración de unas imágenes por otras.
En lo que se llama El Valle Sagrado de los Inkas, una extensa región entre montañas que conecta Cusco con Machu Picchu y otras ciudades inkas, hay hoy una indisociable fusión entre el catolicismo y la religión original del inkanato. Se mezclan danzas y ritos prehispánicos con crues y vígenes, sacrificios de animales en adoración a la tierra, culto a las montañas y misas dominicales.
Es bastante extenso e interesante lo que vimos y escuchamos en cuanto a religiones y evangelización. Entre todo eso, algunos detalles sobre cuestiones no aceptadas poro el inka (como la idea de que un solo dios puede ser en sí mismo una trinidad) , y también pequeñas trampas que los indígenas locales, inkas y de otros pueblos, hicieron a los conquistadores. Por ejemplo, incluir dentro de la simbología cristiana de las vírgenes, santos, cruces y ángeles, elementos de culto indígena como cruces autóctonas, animales sagrados, símbolos de fertilidad, y tambén alegóricas manchas de sangre (marca de la evangelización) como parte de la pintura interior de iglesias.

Ok, hecho mi descargo-denuncia, volvamos a la línea de tiempo de nuestro relato. Estamos recién en nuestros primeros das de visita a Cusco.
En el segundo día visitamos también el Museo del Inka. Vimos más o menos lo ya visto en cuanto a objetos exhibidos: momias, alfarería, textiles , herramientas, objetos rituales, etc. Pero había una buena exposición de todo lo que constituía el Tawantinsuyo, el gran Imperio Inka. Vimos su división en cuatro regiones (Inkasuyo, Collasuyo y googleateelresto) y los distintos tipos de terreno con sus respectivos climas, actividades y cultivos: valle, montaña google te cuenta el otro.
También había una gran maqueta del Valle Sagrado y mapas de Cusco y Machu Picchu en los que se podía apreciar las particulares y místicas formas de estas ciudades. Cuzco es un puma y Machu Picchu es un halcón, que junto a la serpiente son los animales sagrados para los inkas. La serpiente también tiene su gran representación geográfica, en el recorrido del Valle Sagrado.

(...)
Acá hubo una buen pausa en la escritura –a mano, desde que colapsó la Mac- para charlar un rato con Michal (Mijal) y Dominika, de Eslovaquia. Ellos también son couchsurfers, y están parando desde el viernes en la casa del Chato, Juanca, el gran anfitrión de todos nosotros... Son muy tranquilos, sencillos, artesanos, granjeros y viajeros de bajo presupuesto como nosotros (aunque, locosellos, planeaban entrar sin pagar al Machu Picchu).

Bien amigos, la idea era tipear todo y llegar al camino por Santa Teresa, Aguas Calientes y la caminata por el amino inka en la selva, hasta Machu Picchu... Pero che kuerai. Ipukuitereima pea che writing...

Este divague continuará… Contaron -y cortaron- Nati y Rulo, para locaeialocoió, en su último día en San Sebastián (pegadito a Cusco).


--------------------------------------------------------------------------------


Vuelta a Cuzco, seguimos con nuestro recorrido. El tercer día hicimos un tour por el Valle Sagrado. Enrique, nuestro amigo-promotor-comisionistaturístico-informador-sonreidor-acosador, nos vendió el tour y arrancamos antes de las nueve de la matina. Visitamos dos mercados populares, donde vimos algo que ya conocíamos de Cusco y me parece genial. Son unos juegos de ajedrez donde los bandos negro y blanco están reemplazados por inkas y españoles, ¡muy bueno! En los mercados también compramos algunas cositas para desayunar: bananas y copos de cereales.
Seguimos la ruta, visitamos las ruinas inkas de Pisac. Para llegar, bajás del bus en una explanada-mercado, caminás por un sendero de montaña; o sea menos de ancho, ladera de un lado, precipicio del otro, escalinatas de piedra, paisajes increíbles y turistas minando la majestuosidad del place por todos los wines...
Finalizado ese tramo de media hora más o menos, llegamos a las ruinas. Se trataba de un pueblo agrícola con sus construcciones y terrazas de cultivo. El guía nos contó sobre la arquitectura, las actividades, costumbres y una gran particularidad sobre la ingeniería inka.
¡Pará! Dice Nati que eso no nos contaron ahí, así que esperen y sigan leyendo otros divagues...

Recorrimos el lugar, y yo subí a una piedra alta que tenía una vista panorámica del pueblito y los valles. Más tarde me senté junto al guía y le pregunté varias cosas. Muy buena onda el man, y me explicó cosas interesantísimas sobre la relación entre los indígenas y la tierra. Por ejemplo, que cuando uno va a sembrar o construir algo, hace un ritual para pedirle permiso a la Pacha Mama. A través de un sabio o chamán, se hace un pedido que incluye una pequeña ofrenda de hojas de coca, un feto de llama (por acá se ven bastante), golosinas, bebidas, granos y otras cosas. Después eso se quema para que la montaña, Apu, fume su humo...
A partir de ahí enganchó el divague con que la gente de acá tiene otra relación con su lugar, con el ambiente. Otro ejemplo, Apu, es la montaña en cuanto deidad; todas las montaña son Apus y todas merecen respeto como tal. Ah, y todas están vivas según creen... todo vive.
Otra cosa que escuché ahí (creo que la mencioné antes; en todo caso la repetiré porque es interesante) es la explicación de un guía turístico acerca de brindar con la Pacha Mama. Cada vez que vas a tomar algo, o mismo cuando vas a mascar coca (creo que la palabra “chacchac” denomina al mascar), tenés que darle cuatro sorbitos u hojas a la tierra. Corresponden a los deseos de trabajo, salud, éxito en los estudios y otra cosa que desearía acordarme y decirles pero por ahora no recuerdo. Debe ser algo como tener suerte en el juego del millón de Susana...

Bueno, terminado el recorrido ahí volvimos al lugar donde nos esperaba el bondi. Era más o menos el mediodía, hacía calor pero estaba lindo para caminar... Con Nati y otra gente volvimos por un camino alternativo, más bajo en la ladera de la montaña y algo más largo. Teníamos cierto apuro por el horario del bus, y mi doña se ocupaba de azuzarme cual borrico montañés, queriendo estresarme un poco; pero Dementelibre es libre y zen, más en la montaña...
Tomamos el bus-micro-colectivo-bondi-carro-transporte (a veces no sé como decirle para que les guste a todos jajaaa!); digo que tomamos el bus para llegar a Chinchero, donde pararíamos a almorzar. Compramos una gaseosa para poder ocupar una mesa en un kiosquito y poder armar nuestros sánguches de tomate, jamón, queso fundido y muuuuucho provenzal, YEAH! Che yuruné itereí chera´a... Dámeke beso, damebésoooo!!!
Bueno, después de tres sambus cada uno y postre de bizcochuelo, cañoncito de dulce de leche y una rosquita (piden bis: YEAH!), volvimos a viajar, esta vez hacia las ruinas de Ollantaytambo.

Llegamos al lugar con fresco y bastante viento, ya que hay tres valles que confluyen ahí generando vientos arremolinados y despeinadores. Subimos una larga escalera de piedra nuevamente, ya que las construcciones están en la montaña. En la primera parada el guía contó sobre la agricultura, que se desarrollaba en las terrazas de cultivo (cuestión que también creo haber mencionado antes). Pero en estas terrazas aprendimos algo nuevo e interesante. ¿Saben por qué la cordillera se llama “de los Andes”? Las terrazas agrícolas también fueron llamadas “andenes”, entonces originalmente, los españoles hablaban de “la cordillera de los andenes”. Luego cortaron el nombre (claro, con tanta práctica en cortar cuellos, venas y otras partes, ya lo hacían casi por inercia...) y quedó en Cordillera de los Andes.
Otro dato curioso sobre las terrazas o andenes: son una gran superficie en todo el Perú, y en ellas se podrían producir alimentos (hortalizas, tubérculos, maíz, etc), suficientes como para alimentar a siete millones de personas. La gran curiosidad es que prácticamente no son utilizadas, dado que por su ubicación no permiten el trabajo con tractores y otras máquinas. Por caigüetismo digamos, más extendidamente conocido como paja...

Bueno en cuanto a la visita a las ruinas es interesante el detalle de que las construcciones inkas son antisísmicas. Por la disposición de las piedras y el recorte de las paredes con diagonales, estas construcciones han resistido a varios sismos sin desmoronarse, mientras muchas construcciones modernas, entre ellas iglesias y edificios públicos, fueron total o parcialmente destruidas aquí en las ciudades (piensen que estamos hablando de construcciones de piedra y argamasa de barro y pelo de cuis, de hasta 700 años de antigüedad).
Y otro mega divague del lugar son las caras gigantescas esculpidas en las montañas. En una, frente a la ciudad de Ollantaytambo, se ve el rostro de Manco Capac, el primer Inka (en este caso, la acepción de la palabra inka es otra, que significa Rey). En otra, que se ve de perfil en uno de los lados de la montaña, se representa otro rostro inka. No recordamos de quién sería, pero el divague es que exactamente ahí se asoma el sol el 21 de junio, día del solsticio de invierno...

Terminamos el paseo por Ollantaytambo y arrancamos para el último destino del recorrido, Chinchero. Chinchero es un pueblo pequeño, en donde visitamos un lugar donde un grupo de cholas hacía tejido artesanal, con procedimientos y herramientas heredados desde hace cientos de años. Estas señoras y jóvenes tienen armado el discurso-demostración para los turistas, y fue realmente interesante. Nos mostraron cómo hilaban, lavaban y teñían las lanas, todo con sustancias extraídas de plantas y frutos, y preparados en base a esos elementos y otros básicos como la sal. Fue pintoresquísimo divina, ver una línea de platos con flores, hojas o frutos en cada uno, y otra línea paralela con las correspondientes polvos extraídos de ellos, cada uno de un color.
Lo último que visitamos en este paseo de casi 12 horas, que en realidad solo visitó Nati porque yo estaba defecado de frío, fue una iglesia, frente a la plaza del pueblo. Ahí vio parte de lo que les contaba antes, d los símbolos indígenas ocultos en las imágenes de la iglesia. En ese caso, los españoles contrataron a un buen pintor local para adornar la iglesia, y éste les hizo el pitocatalán pictórico-místico. Man, sos un grosso!

Yo, que no había entrado (ahora recuerdo que no había entrado no por frío, sino por falta de interés y algo de bronca con la cuestión cristiana) estaba recién ahora defecándome de frío justamente por estar afuera, en la plaza. Recorría los puestos de artesanos, que ofrecían tejidos, instrumentos, artesanías y abrigos fuera de mi presupuesto. Aunque, como en el resto del viaje por el Valle Sagrado, ocurría la siguiente secuencia: el artesano o vendedor te ofrece algo, le preguntás el precio por curiosidad, re responde, le decís que nogracias –en mi caso porque no hacemos compras de ese tipo durante este viaje- e inmediatamente te pregunta cuánto querés pagarle por tal cosa. Mierda, y encima hasta ves argentinos y gringos regateándoles precios... HDRMP!!!

Y lo último que recuerdo de este segmento es algo que fue realmente divertido y... cultural digamos, ja. Resulta que yo estaba caminando por la plaza entre los indígenas y artesanos y, de repente, alguien mira para el cielo. Como pelotudez para nada interesante y poco constructiva, diré que creo que vi a esa persona que miró primera al cielo. Bien, entonces señala hacia arriba comentando algo con un artesano vecino. Y en seguida se convirtió en una cantidad de gente haciendo lo mismo, mirando hacia arriba y comentando, mientras seguían con la vista una luz que se movía en el cielo... Y claro, como eran indígenas, digamos que daba más para el divague... quizás ellos tuvieran alguna interpretación especial de esa luz que se movía en el cielo!! Y ahí me entretuve unos minutos, tratando de entender sin preguntar, hasta que una chola dice, con muuucha calma y su voz finita:

- Satélite... vuela...

Ja! Tomá pa vo! Opá la divague con la visión postmoderna de la señora...


Bueno, creo que una vez más me quedé sin contar todo lo que me disponía a teclear al sentarme frente a la PC... (y piensen que empecé a escribir esta parte hace como diez días!) Prometo intentarlo de nuevo! Abrazos!



PD: les dejo algo que es muy lindo para nosotros, y lo hizo un amigo de Córdoba (Arg). Se llama Eduardo Roldán, es Lic. en Comunicación y me hace reir mucho.
Vean lo que escribió el hueón en http://cosasparadecir.blogspot.com/2009/06/locos-ellos.html

Abrazo vo...

domingo, 14 de junio de 2009

Ruta de Puno a Arequipa. ¿Cholitraficantes?

(esta historia fuera de la línea de tiempo la pongo ahora para armar menos caos del que hubiera hecho si no me cerraban el cyber y hubiera podido escribir lo que quería contar ahora... pero demasiado preámbulo como decía Arzamendia. Disfruten!)


Tomamos el bus en Puno a las diez de la noche de un jueves. En realidad el pasaje decía 9.30, con lo cual tuvimos un rato extra de espera aparte del rato extra que siempre se espera hasta que los micros se llenen antes de salir.
Habíamos pasado esa tarde con bastante sueño y comimos tres montañas de “chifa” (comida china) junto a Lizandro, de Couch. Con esto, estábamos listos para morir durmiendo en el viaje.
Hojeamos unos libritos que habíamos comprado en el centro, “Vivir para contarlo” y “Paco Yunke y otros cuentos de Perú”, y al rato estábamos mirando pa’dentro.

El viaje no prometía mucho: cero paisajes porque viajaríamos de noche y además con un horario medio de merdi. Llegaríamos a Arequipa a las cuatro de la mañana, o sea que teníamos un buen rato al huevo en la terminal, sin otras opciones que seguir escribiendo... y volver a comer. Es más, lo único que haría particular el viaje hasta cierto momento, era que yo había soñado que el Licenciado Eduardo Roldán me decía que había visto mi portfolio (es decir, mi carpeta de trabajos) y que le parecía que algunos trabajos eran buenos pero que otros tenía que sacar, porque eran muy pelotudos. Y me quedé un rato despierto, ¡pensando cuáles serían! ¡Ja!

Con toda esta chorrera de divague suelto quiero decir que en el viaje no debería haber pasado nada. Peeeeeeeero...

Tipo 3.30 de la madrugada -ni una luz dentro del micro ni en la ruta- un grupete de unas siete cholitas (también las hay en Perú) comienza con un revuelo infernal en el coche. Gritos en aymará probablemente, corridas de acá para allá por el ínfimo pasillo (ocasión ante la cual reparé en que todas las cholas son gordas y caderonas), y una sola frase en español que repetían todo el tiempo: “¡luz no prende!”.

Bueno, a todo esto nosotros, dormidos, obviamente que no cazábamos ni media onda de lo que acontecía. Despertando, veo relámpagos por la ventana. Hacía menos de doce horas, el guía de la excursión al cementerio Coya-Inka nos había indicado que estábamos en temporada seca y que ni a palos llueve. O sea que me imaginé lo de los relámpagos. O no, o más o menos...
Dos camionetas de la policía venían siguiendo al micro, e iluminándolo con flashes blancos; pero igualmente de eso nos daríamos cuenta más tarde, cuando pararan el bus. (Y todavía me pregunto cómo harían para identificar que un bus que había salido hace más de cinco horas de una estación puede andar en algún maneje extraño...).

Cuestión que las cholas seguían con el quilombo dentro del bus, incluyendo corridas simultáneas hacia adelante y atrás, con lo que se cruzaban, a veces al lado nuestro, y les costaba un buen trámite poder pasar efectivamente (vuelvo al punto de las cinturas y culos generosos) Luz no prende! Luz no prende!
A este punto nosotros ya tejíamos nuestras hipótesis. “O una se está cagando, o va a parir...” le dije a Nati, porque el tono de la urgencia choleril me sonaba a urgencia sanitaria. Luznoprende, corridas, órdenes serias al mejor estilo mafia-barrabrava durante varios minutos... hasta que el coche para al lado de la ruta.
Bajan los canas, abren las bodegas (los baúles portaequipajes) y la cara de una chola al lado nuestro lo aclaró todo: algo llevaban.

Se imaginarán que mi curiosidad estaba al palo. Así que abrí mi ventana –no importó el frío de las 3.30 am- y tuve el primerísimo primer plano de la apertura de bodegas y control de los paquetes. Algunos, unas bolsas plásticas y coloridas, grandes y llenas de cosas al máximo de su capacidad, les pertenecían a las cholas. Pues esos eran los bultos más examinados.
Yo estaba del lado de la ventana, Nati del lado del pasillo, y al lado de ella la sexagenaria chola jefa, la que más órdenes repartía a todas (todas las implicadas en la movida eran mujeres, unas viejas y otras no tanto). Bueno, esta mezcla de Moyano, D’ Elia y abueltitadeCaperucitaRoja, me empezó a preguntar qué hacían los canas bajo mi ventana.

La verdad... no es que me diera muchas ganas de ayudarla. Primero por el mega-quilombo con que nos despertaron en mitad de la noche y segundo porque para cualquier cosa que quieras te piden plata. Así que por una fracción de segundo pensé en responderle “un pesito amiga...” Al final, medio sin ganas le dije que estaban revisando unos bolsos. ¿¿Qué bolsos?? Una caja, le dije para no esforzarme de más... Bola, estaba este bolso colorido y gigante que les digo, capaz de llevar cocaína para todo el carnaval de Río, en manos de los canas.

Final algo desinflado, no bajaron a las cholas, no encontraron drogas, no encanaron a nadie y el bus siguió como si nada. Eso sí, ahora continuamos con una nueva marea de cholitas en el pasillo, sacando de mil rincones unos paquetitos chiquititos y blancos. Mucho no podíamos ver porque el micro estaba a oscuras (probablemente el tongo implicaba también al chofer, que luznoprendejamás!).
El tema es que de debajo de los asientos, de los maleteros de arriba, de bolsas y bolsitos y creo que en un momento también de debajo de sus propias trenzas y dientes postizos, las cholis sacaban y reubicaban los paquetitos.
Efectivamente, y acá se devela el misterio, las cholas contrabandeaban ropa y calzados para niños y bebés... chuuuuulinaaaaaaaaaaaaa!!! (gag con cobertura sólo para Paraguay y áreas de influencia, sorry Argentinos y otros latinos).

Y bueh, seguimos ya sin dormir hasta la terminal de Arequipa, una media hora más. Quedó tiempo solamente para que, inexplicablemente, el chofer pusiera una especie de cachaca local ao vivo al mango, con toda especie de dedicatorias y saludos a los auspiciantes más bizarros del mundo (recuerden, a las cuatro de la mañana!!). Lo divertido es que en un momento el locutor bailantero gritaba “todos con las manos arriba, a ver las manos arriba”. Yo me divagaba a los canas, las cholas, la cachaca y la merca al costado de la ruta... todos con las manos arriba, lalála, lalála!!

Termina el capítulo casi bajando del micro, juntando nuestras porquerías de los asientos. En una de esas, una chola agarra los dos libros nuestros y lee los títulos, amigablemente digamos aunque con una cuota de confianza extraña, al menos a mi parecer. “Paco... yunke... ¿No tienes nada de Clorinda?” No, le respondí (¿¿lo quéee??, pensé).

Y como fue tan trucho y extraño ese último intercambio, me quedó una duda: ¿no habrá aprovechado el descuido la chola, para hacernos un gualicho por no haber querido ayudarlas con más onda? Si pasa algo raro les avisamos...

Por ahora sanitos, escribieron desde Arequipa Nati y Rulo para locaeialocoió (y postearon desde Cusco, por los líos que des-expliqué en la innecesaria introducción...)

jueves, 11 de junio de 2009

Momento altamente feliz!

Hola amigos y familiares del blog y sus autores nómadas!

Brevemente les contaré algo, rompiendo la línea de tiempo en los relatos del viaje, ya que tenemos un gran bache desde Copacabana hasta el día de hoy, en Cuzco.

Estamos parando en la casa de un amigo de CouchSurfing, que se llama Juan Carlos Olivo. Compartimos la casa (un ex jardín de infantes con bañito miniaturizado por ejemplo!!) con él, su esposa Anne y su hermano Julián.

Bueno, Juanca y su esposa llevan adelante un proyecto llamado Peru 109. A través de ese proyecto mantienen tres hogares de niños con diferentes problemas, en tres ciudades de Perú: Cuzco, Trujillo y Chimbote.

El punto del relato es que Juanca nos invitó a compartir un rato con los niños de Cuzco y ayer tuvimos una pequeña clase y roda de Capoeira en el mismo hogar! Abajo tienen un chiquito y mal hecho video, pero la onda escompartirlo y...

y fue uno de los momentos más felices e increíbles de este feliz e increíble viaje!!!

Gracias vida por traernos hasta acá, y la puta que lo parioooooooooooooooooooo!!!!

DEMENTELIBRE PARA TODOOOOOOOOOOOOOOOOS! BESOS Y ABRAZOS

lunes, 8 de junio de 2009

Días 11 al 13. Copacabana y la Isla del Sol*.


El viaje a Copacabana, parte de la frontera Peruano-boliviana, fue toda una novedad para nosotros. Salimos desde la zona del cementerio de La Paz, en un micro con mucha gente del lugar y algunos turistos. Después de parar en algún mercado y en la ruta, agarramos viaje hacia algún punto sobre la costa del lago Titicaca. Ahí, la gente más habituada a este tipo de viajes, bajó del bus cuando este paró frente al lago. Nosotros no sabíamos nada acerca del movimiento correspondiente al cruce, así que nos quedamos tranquis en nuestros asientos, mirando el lago con la ventana abierta y las cámaras encendidas.

Lo que vimos fue mas o menos lo siguiente: una zona portuaria con algunos botes y lanchas trabajando sus últimas horas de la semana (serían como las 7 de la tarde de un domingo), y muchos curiosos cosos que creo que nunca habíamos visto. Se trata de las balsas que cruzan a los micros de una costa a otra; unas bases flotantes de madera, lo suficientemente grandes para que se estacione un micro encima, como una canoa súper ancha y larga, pero plana.

Nati no se animó a mirar por la ventana pero algunos saltitos y sacudones le indicaron que el micro ya estaba sobre la balsa, flotando en la costa del lago. Poco después, aceleraron los motores y el armazón de madera ya se agitaba de un lado a oto: estábamos flotando dentro de un bus para unas cincuenta personas, sobre una balsa de madera en el lago Titicaca.

Aprovechando nuestra correspondiente emoción, digo yo, se acercó un niñito a cobrarnos uno de los tantos derechos que se pagan en Bolivia. A todo el mundo venía cobrándole, según escuché, un boliviano. Nati le pagó con cinco por los dos y el crío desapareció.

Andá a pedirle el vuelto, andá a pedirle el vuelto, te cagó el mita’i, andá a buscar el vuelto.

Nati ponía alguna excusa confiada y hacía como que esperaba que el nene volviera. ¡Ni cagando! A todo esto seguíamos flotando en el lago y flasheando con lo que veíamos, ya que el atardecer iluminaba y oscurecía los miles de pliegues del paisaje. Hasta que lo veo por la ventana, fuera del micro; parado en el frente de la balsa como pa’ salir disparando ni bien toquemos la costa.


- Nene! Te dimos cinco bolivianos, nos debés tres...

- Ah, ya...


Ahí me di cuenta que nos quería currar posta. Se hizo el perejil, dio un par de vueltas medio dudoso y después se acercó a mi ventana a devolverme las tres monedas. Háganse la idea de que valen menos de medio dólar, pero era el botín a recuperar... Era un ladrón y poli, una escondida. Un juego de un niño contra otro. Y le gané yo, JA!


Terminado ese segmento, vuelta a tierra firme -en un pueblo llamado Tikina- y a la ruta de vuelta. Viajamos una hora más y llegamos a Copacabana, también sobre la costa del lago.

Eran casi las ocho de la noche y nos dedicamos enseguida a buscar un alojamiento para dejar las mochilas. Llegamos caminando al hostal Las Brisas. Baratito, amigable y con baño privado. No era loooo lujoso... bueno, tampoco loooo limpio. Pero el baño estaba joya, el agua salía calentita y pudimos dormir bien.

Pero antes de eso, tuvimos la oportunidad de conocer uno de los lugares más acogedores y cálidos de Bolivia. Ahora no me acuerdo el nombre; Nati está en el baño, a la vuelta me lo recuerda. La cuestión es que era una onda muy hippie, de hecho nos invitó a pasar una chica argentina (de Pergamino! y conocida de Nati del colegio!!), que iba super vestida con túnicas, pantalones de tela, adornillos y sandalias. Eso, cerca de las nueve de la noche y a doscientos metros del lago, significa, para mí, que sería hipi posta (tendrían que sentir el frío del lugar para entender la descripción rebuscada).

Anyway, no es lo importante, pero nos anticipaba algo del ambiente. Velitas en las mesas, sillas desparejas por todos lados, sillones contra las paredes, pan calentándose en una especie de mechero rústico, cuadros de Dalí y Kadisnky aquí y allá, y un argetinazo (este muy buena onda) tocando milonga con una guitarrita criolla.

Creo que todos los que habitaban las mesas de nuestro ambiente eran europeos pechofríos, ya que los primeros aplausos que recibió el buen guitarrero, sinceros y entusiasmados, fueron los nuestros. Recién después de que el man dejó de cantar, me ocupé de la carta. Nati ya había elegido una sopa y trucha al limón, y yo fui con una sopa de tomates y trucha al ajo, con una cerveza Paceña. Finalmente nos clavamos un par de porciones de torta de chocolate con crema, todo por veinte bolivianos cada uno.

Ahora Nati vuelve del baño y dice que el lugar se llama Manka Uta, y que ella pidió sopa de tomate y yo no; que yo había pedido de hongos y lalalá. No importa, total yo recuperé los tres bolivianos en la balsa. ¿Mi plata no vale pió?

Olvidé comentar un delicioso detalle que hacía al buen ambiente y energía del lugar... Servían una manteca deliciosísima. Hace rato no comía una manteca con tanto gusto a tal. ¡Excelente!

Después, apurándonos por el frío, rajamos al hotel con muchas ganas de dormir mucho, y nos quedamos la mañana siguiente haraganeando unas horas en la cama. Cerca de las once salimos a caminar por la playa y buscar agua caliente. Nos volvimos a meter en la ciudad y paramos a desayunar en una placita cerca de alguna escuela. En la misma esquina compramos los boletos para visitar la Isla del Sol y un par de horas más tarde viajábamos en el techo-mirador del barco.


* La parte de la Isla del Sol vendrá con algún retraso. Tamos con problemas con la Mac, que está queriendo morirse, pero pronto lo arreglaremos (por ahora esperamos hacerlo!)

Hicieron público este comunicado oficial y achurado número tanto, Nati y Rulo para locaeialocoio, desde Cuzco, Perú.

viernes, 5 de junio de 2009

Días 9 al 11. La Paz, la city.


Llegamos a la terminal de La Paz antes de las seis de la mañana, con un frío que te helaba los mocos. A este punto cabe mencionar que fueron casi siempre rojos desde que salimos de Argentina. Y abundantes, aunque sequitos.

Conseguimos agua caliente, preparamos mate (no confundir con el término Boliviano “mate”, que significa té, en taza) y esperamos un buen rato antes de llamar a Shaina Brassard, de Couch Surfing. Una vez que hablamos con ella, nos explicó cómo llegar hasta su casa en bus y salimos a buscarlo a una avenida cercana, bajando por la calle Uruguay.
Mientras esperamos en la parada, un tiempo bastante considerable, vimos la primer particularidad de La Paz que nos llamó la atención. Estábamos en una vereda empinada por la que iba caminando mucha gente, rumbo al trabajo o estudio. Entre esta gente, muchas personas, pero muchas, iban trotando o corriendo. No sé si el punto es que el transporte estaba medio saturado o muchos se levantaban tarde. Pero había muchos corredores, con un regio frescazo a las siete y pico de la mañana.

Conseguimos un bus, oportunidad en que -obviamente- conocimos como es un colectivo urbano paceño. Son combis chiquitas, igual que en el resto de Bolivia, pero acá van con una persona (hombre, joven, mujer, niño, chola) asomada a una ventana gritando el recorrido que el bus hace. Como todo pregonero urbano gritará siempre pegando todas palabras balbuceadas, de manera que uno, extranjero, no entiende ni bosta.
Llegamos a la casa de Shai, que nos recibió muy amablemente y nos trató igual mientras estuvimos en su casa. Acomodamos un poco los bolsos y nos sentamos a charlar un rato. Ella era la única despierta en casa -dormían Ike, Alina, Katty y Juan Manuel- y desayunaba un té de coca, más como aliciente que como alimento.
Enseguida le dijimos que necesitábamos bañarnos. Lo hicimos y luego salimos con ella a la calle. Nos indicó los recorridos y paseos interesantes en el microcentro, y nos separamos cuando ella iba a buscar a su perrito y nosotros nos disponíamos a caminar la ciudad.

En una oficina de turismo nos recomendaron algunos paseos y por ahí anduvimos, agitándonos y parando cada tanto. Hacía bastante frío y estaba nublado.
Empezamos por la plaza Murillo, atiborrada de palomas y poblada por vendedores de alimento para palomas. Desayunamos junto con los bichos y después arrancamos para el Museo de la Música en el pasaje Jaén, un callejoncito histórico conservado con su original estilo de época. Este museo fue otro de los lugares interesantísimos que visitamos; Wopyyyy! vos tenías que estar ahí.... no sabés lo que es.
Bueno, vimos mil instrumentos, desde la época pre-inka hasta contemporáneos de todo el mundo, y otros que son invenciones de luthiers bolivianos. Entre ellos, una guitarra con caja pentagonal y cinco astas, todas con diferentes afinaciones. Además, se podían tocar algunos instrumentos, cosa que hicimos un poquito y muy mucho Nati y yo respectivamente. Hay unos videítos con temas inéditos y covers interpretados en instrumentos alternativos, espero poder ponerlos en el iutúb.

Ya era mediodía, así que fuimos a buscar un rinconcito amigable y barato (fuimos a comer del purete, como decimos nosotros). Entramos a una cantinita escondida donde confirmamos algo que nos dijeron unos amigos alemanes que habían estado antes en Bolivia: comimos tres platos y postre cada uno, y pagamos poquito más de un dólar por menú, es decir ocho bolivianos.
Llenas las barrigas, e imposibilitados los cuerpos de arriesgarse a la menor actividad física, decidimos tirarnos en una vereda a esperar que abran otros museos.
En un rato, recorrimos tres museos (las entradas eran 3x1); primero el Museo Costumbrista, después el Museo del Litoral y finalmente el Museo de Metales, con sus tres salas. Algunos datos históricos que leímos son súper interesantes, y ayudaron a desasnarnos acerca de las cholas (que tienen un origen aristocrático), los mares y las disputas territoriales en la historia de este país.

Terminado ese recorrido, fuimos hacia el centro, donde conocimos la Basílica de San Francisco (posiblemente la imagen más cagada por palomas en el Cono Sur) y llegamos hasta un gimnasio de Capoeira, el gym de Shaina y Juanma.
Volvimos al departamento, descansamos y al rato salimos a cenar comida mexicana con los compañeros de departamento de Shai: Alina, Ike, y Katy (de quienes, perdón, perdón, perdón, nunca aprenderé a mencionar y probablemente escribir bien sus nombres...)
La pasamos muy bien con ellos, nos divertimos y probamos un plato recomendado por Ike, fanático descontrolado de la comida. Tan fanático, que minutos después de clavarse unas enchiladas a la suiza, tuvo la idea de preparar unas galletitas de chocolate en el depto. Así que volvimos a casa... a comer!. Vimos un documental sobre el calentamiento global, mientras tragábamos las densas cookies, también calientes. Al ratito, dulces sueños at home.


El Valle de la Luna.

Al día siguiente, sábado, nos fuimos para el Valle de la Luna. El lugar es increíble, realmente muy lindo, muy muy silencioso y, por supuesto, bastante fresco. No sería muy interesante describirlo, tendrían que verlo. Pero, aunque no conocemos el Valle de la Luna argentino, estamos seguros de que éste no tiene nada que envidiarle. Un detalle muy pero muy bello, y antológico, es que en algunos momentos, en medio del silencio del lugar, escuchábamos melodías andinas tocadas en instrumentos de viento por un músico de acá. En algunas ocasiones, caminando por los senderos del valle, veíamos aparecer al tipo en el pico de alguna de las formaciones de tierra del lugar. A veces muy lejos, como a 500 o 600 metros, pero escuchando nítidamente sus canciones. Sensación difícil de comparar con otra cosa conocida...

Lo último muy lindo en el lugar, fue haber almorzado nuestras sopas y galletitas en una chocita en lo alto de uno de los picos del valle. Para mí, Rulo, eso era Dementelibre. Todavía no sé qué significa del todo, pero eso sí se sentía Dementelibre...

Volvimos hacia La Paz, atravesando unos barrios súper chururú. La idea era llegar a un mirador que jamás encontramos. Derrotados, nos rendimos frente al cansancio, que generalmente llega acompañado de hambre y/o ganas de comer nomás. Salvó el momento un par de sándwiches de milanesa, ya que la mayoría de los comedores con mejores opciones estaban cerrados.
Vuelta al departamento, nos dedicamos un rato a acomodar las fotos y a alimentar el blog (en ese momento creo que habíamos escrito sobre Sucre y Cocha). Después Nati se quedó a dormir y Rulo se fue a tomar algo con Juanma, novio de Shaina y único Boliviano de la casa (el resto, buenos yankis del interior).


Bares, ferias y fines.

Con Juanma charlamos mucho de diferentes temas, desde el laburo (él es diseñador gráfico), hasta Evo Morales, Capoeira, los viajes y otros divagues. Mientras, nos tomamos un trago preparado con Singani (la típica aguardiente boliviana) y jugo de naranja. Muy rico, suavecito en este caso. Salimos del bar donde estábamos y le dije que me mostrara otro; otro con una onda diferente, como para ver variedad. El anterior era muy tranqui, tipo Britannia pero más básico y pequeño, y creo que con una mezcla de música medio rara.
El otro sí que era bien curioso. Por el estilo del ambiente (el espacio físico) era una mezcla de antro y bailanta. Y la gente que podías ver dentro era del estilo más diverso, algunos medio raros. Una buena curiosidad era que estaba muy iluminado, así que podía observar tranquilo a todo el mundo como bajo la luz del sol.
No sabría describir mucho cómo era la gente, pero había desde onda hiphopers hasta onda cumbieros, unos negros centroamericanos con mucha onda en la barra (picoteándose viejas en compañía de sus hijas, seguramente) y algunos rockers, como un amigo de Juanma que se tomó unas chelas (cervezas) con nosotros.
Salimos al rato del place y buscamos un taxi. El frío era muy jodido (tipo 4 am) y emprendíamos la vuelta. La última imagen destacada de la noche fue la de un loquito de la calle caminando en culo-pito, con los pantalones abajo, por el medio de la Avenida del Prado.

El último día en La Paz, domingo, nos levantamos más o menos temprano para ir al Paseo del Prado, donde podríamos ver –no loquitos en pito, sino- exposiciones de artesanía, danzas y música típica, actividades infantiles, teatro, gastronomía y otras ondas culturales, bien interesantes y bastante concurridas.

Para terminar nuestra estadía en La Paz, comimos unas pizzas con Alina, Katy y Ike, y nos preparamos para partir. Y para terminar este capítulo, apuntamos dos cositas curiosas que vimos y, creo, no fotografíamos.
Una es que los lustrabotas usan pasamontañas, siempre. El primer día, vi el detalle y supuse que era por el frío. Pero el domingo ya había sol y hacía calorcito (me lo había anticipado un chofer de micro “aquí los fines de semana siempre sale el sol”) y ellos seguían tapándose la cara. Consultamos por ese detalle a Juanma, nuestro homemate boliviano, y nos dijo que se trataba sólo de un código propio de los lustrabotas, grupos, por otra parte, bien organizados y hasta con un gremio y una revista mensual.
La otra cosita curiosa es más simple, gráfica, divertida y sin explicación necesaria: unas ¡cebras dirigían el tránsito! No pregunten por qué, pero unos men disfrazados de cebra (como quien se disfraza de Winnie Pooh o Bob Esponja para animar un cumpleaños infantil), agitaban banderas y tocaban pito en la avenida principal de La Paz....

Y eso fue todo, al menos lo que recordamos por ahora, en La Paz. Personalmente, a Rulo le gustaron más las otras ciudades, más tranquis y con menos agite. A la shashita lo mismo... La Paz cansa un poco más y requiere además más tiempo, cuestiones ambas que nos aplastaron un poco y no nos permitieron conocerla a fondo.

Así que más contentos con el interior que con la capital -pero de nuevo contentos con nuestra segunda experiencia surfeando couchs- escribieron retrasados Nati y Rulo, para locaeialocoió, desde Arequipa, ya Perú!!.